Existe un grupo privilegiado de humanos, muy
exclusivo, que no tiene el gen que produce mal olor en las axilas cuando
transpira. Sin embargo, el 78% de ellos gasta cientos de miles de
dólares en desodorantes.
En el noreste asiático los privilegiados son mayoría. En América Latina,
varía según el origen (o la mezcla) étnico de la persona; por ejemplo,
en México, la tendencia es muy parecida a la europea.
"En realidad el gen lo tenemos todos, el que produce el mal olor y el
que no", le explica a BBC Mundo el doctor Santiago Rodríguez, uno de
los autores del estudio. Se trata de un gen recesivo y para activarlo
tiene que venir del padre y de la madre.
"Es cuando existe una combinación de variantes de ese gen, que se produce el no olor", agrega.
Por el oído se sabe
Según los expertos, el gen del olor en las
axilas es el mismo del cerumen del oído. Es decir, quienes tienen la
variante genética del no olor tienen un cerumen seco, en vez del
pegajoso conocido por muchos. Revisar la cera del oído podría ser un
buen indicativo de si la persona produce o no mal olor.
El estudio señala que mientras el 5% de las
personas que producen el olor no usan desodorante (en Europa serían más
35 millones de personas), un quinto de los que no huelen mal utilizan el
desodorante a diario.
"Un porcentaje elevado que no necesita
desodorante todavía lo utiliza. Si se puede evitar su uso, además del
impacto económico, se prevendría el riesgo a exponerse a estos
productos", dijo Rodríguez.
"Un importante descubrimiento en este estudio es
que relaciona a los individuos que, de acuerdo con su genotipo, no
producen mal olor. Un cuarto de ellos debe -de forma consciente o
inconsciente- reconocer que no producen mal olor y no utilizan
desodorante", explicó por su parte Ian Day, otro de los autores del
estudio.
Los investigadores creen que quienes usan la
sustancia para reducir el olor en la transpiración innecesariamente
siguen normas socioculturales. Un dato que contrasta con el noreste
asiático, donde la mayoría de la gente no necesita desodorante y no lo
compra.
Santiago Rodríguez le aclara a BBC Mundo que el
estudio puede tener un uso potencial en la utilización de la genética
para la selección de productos de higiene personal.
"Una simple prueba genética puede reforzar la
conciencia de sí mismo (de saber si produce o no mal olor) y ahorrarse
algunas compras innecesarias y la exposición química".
Estudios anteriores han determinado la relación
que hay entre el gen ABCC11 y el olor en las axilas. Este se produce
cuando las bacterias reaccionan con el compuesto del gen.
Se trata del primer estudio que analiza la
relación que hay del uso del desodorante con el gen y lo compara con
otros factores como la edad, la higiene personal y los antecedentes.
Desde el punto de vista individual, la influencia del genotipo ABCC11 es mucho mayor que cualquiera de los otros factores.
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